Después de mil noventa y dos días



Después de mil noventa y dos días te volví a ver
Mis neuronas te reconocieron y te volví a sentir;
Tomé tu mano, y atrape tu mirada
Y supe entonces, el porqué de mi querer…

En el tiempo nos movemos pero
En las experiencias aprendemos
A descubrir lo cierto de lo incierto
Lo real de lo irreal…

No era el momento, pero sí el preámbulo
De un querer que quedo pendiente…
Te regresó algún dios, el universo o el tiempo
No lo sé… no me interesa
Solo me importa saber si esta vez te quedarás…

Tus besos me dijeron que aun existe mi esencia en ti
Me dijeron en secreto que todavía recordabas
Mis caricias, mis palabras y mis ganas…

Pensabas en mí… quizá en esos momentos de soledad…
Debía partir porque no sabías lo que querías
Y no podía esperar a que me quisieras…

Fueron veintiséis mil doscientas ochenta horas
Que nos olvidamos uno del otro
No perdimos el tiempo, pues, esto era necesario
Para que cada uno aprendiese y creciera.
Cada quien por su lado…

Concluyó el aprendizaje individual
Para gozarnos ahora, con nueva mentalidad
Y propósitos más concretos…
Con mayor probabilidad de alcanzar juntos
Un mismo fin y caminar un mismo camino…

 
El silencio y la soledad son buena compañía
Pero, éstos no te abrazan cuando te sientes mal
No te acarician, cuando necesitas amar
No te hablan cuando quisieres escuchar.

La compañía de otro ser de carne y hueso
Con neuronas para compartir pensamientos
Es importante para disfrutar la estancia en la tierra
Puedes contar con alguien en tu juventud para divertirte
Sentir apoyo para lograr tus metas
Y quitarle trabajo a soledad cuando tengas cuarenta…

Si encuentras una compañía y amalgamar tu vida a su vida
Entonces, habrás ganado un factor importante para tu futuro
No es porque no puedas vivir solo,
Es porque, puedes tener dos manos más, un cerebro más
Para crear juntos un mundo de satisfacción…


No hay comentarios:

Publicar un comentario

En el corazon ❤

 Emprendi este viaje un cinco de noviembre,  Me mecia como en barco, siendo este tu vientre. No conocía siquiera tus ojos, solo tenia la sen...