
"Sari era un buen hombre con aspiraciones espirituales sinceras y se había propuesto llevar a cabo una larga peregrinación a Benarés para bañarse en el Ganges. Antes de partir, se encontró con un maestro que le preguntó:
-¿Para qué quiere ir ahí?
-Para ponerme en contacto con Dios-repuso.El maestro le ordenó:-Dame ahora mismo todo el dinero que llevas para el viaje.Sari le entregó el dinero, el maestro se lo guardó en el bolsillo y dijo:-Sé que habrías acudido a Benarés y te hubieses lavado en el Ganges. Pues bien, en lugar de eso, lávate con el agua que llevo en mi cantimplora.Sari tomó el agua y se lavó la cara y las orejas. El maestro, satisfecho, declaró a continuación: -Ahora ya has conseguido lo que te proponías. Ya puedes regresar a tu casa con el alma serena aunque, antes quiero decirte algo más. Desde que fue construido Banarés, Dios no ha morado allí ni un solo minuto. Pero desde que fue creado el corazón del hombre, Dios no ha dejado de habitar en él ni un solo instante. Ve a tu casa y medita. Y , siempre que lo necesites, viaja a tu propio corazón."
No acostumbró a escribir sobre Dios, pero en una de mis lecturas habituales, me topé con este cuento hindú. Soy admirador de la cultura hindú, por su peculiaridad espiritual. Y me resultó un ejemplo perfecto, y hoy en este artículo, lo traduciré a mi forma de pensamiento.
El ser humano siempre busca el refugio espiritual, ya que su psiquis posee innumerables temores y dudas sobre todo lo que hay en su alrededor, e incluso, de sus propios pensamientos. De tal manera que, va en busca de un Dios, donde pueda descansar en paz, donde sienta seguridad, amor, refugio y comodidad. Por ejemplo, cuando eramos niños, la seguridad que nos brindaba nuestros padres, nos hacía sentir cómodos, protegidos y sin temor ni preocupación alguna. No debíamos pensar más de lo que derivaba el hecho de jugar. Las dudas existenciales, se resolvían, en el regazo de nuestros padres, y con las palabras que pudieran brindarnos paz.
Sin embargo, la vida de todo individuo, va más allá de la niñez, y al tomar mayor responsabilidad sobre nuestros actos y decisiones, nos vemos inmersos en el temor de "saber elegir, saber vivir". Nos produce temor, la vida misma, por el hecho de que podemos equivocarnos en nuestras decisiones, y que los efectos podrían provocarnos, estragos emocionales o físicos. De tal manera que en un momento dado los individuos buscan el "refugio de Dios". Ese refugio espiritual.
Sari, el personaje del cuento hindú, imagino que cansado, agobiado de la vida, fue a buscar a Dios, para encontrar ese refugio, esa seguridad de "que todo marchará bien". Misma seguridad que de niños encontrábamos en nuestros padres.
El dinero, significa poder y seguridad, ya que nos, brinda la sobrevivencia en la tierra. Sin embargo, el maestro lo dejó sin esa seguridad, al quitarle su dinero. Y le demostró, que Dios no estaba en otro lugar más que en su propio corazón, solo bastaba sumergirse en sí mismo. El mensaje, para mí óptica de vida es:
"El ser humano, tiene la gran facultad de auto-sanarse, motivarse, resguardarse, y encontrar paz y seguridad en sí mismo. No es necesario ir tan lejos, o hacer, ritos grandiosos. En su propia mente, esta el poder, para vencer sus miedos. Muchos de esos miedos, es la inseguridad del futuro. En su mente está el Dios mismo que tanto busca".
He ahí mi óptica de ver la vida, es una forma muy personal. Quizá mi forma espiritual. Todo está en la mente.
Incluso en mi trabajo, estoy atravesando por un momento de reto, y se han puesto en mi mente muchos temores, sin embargo, cuando me permito callar y meditar, voy a lo más íntimo de mi mente, y vuelvo a encontrarme con ese personaje que es fuerte, inteligente, sabio y exitoso. Ese mismo, es quién soy cuando quitó de mi, el miedo al que dirán, o el miedo al mañana.
"SOMOS LA FUERZA MISMA QUE TRASCIENDE HACÍA NUESTRO PROPIO SER Y QUE NOS PROVEE DE PAZ Y BIENESTAR". Esto es lo que somos los seres humanos. YO ASÍ LO CREO.
¿Cómo lo crees?